A veces no comprendo la manera tan irracional en que actúa el tiempo. A veces unas horas te parecen una eternidad y otras veces los años se esfuman como si fuesen simplemente nada. Hay días que parecen iguales; uno se acostumbra a lo que ve a diario, y sin embargo, por más monótono que parezca, por más obvio que suene, ninguno de aquellos días es el mismo. La rutina puede ser la misma, pero tras ello, existen pequeñas diferencias que pueden parecer una minucia, pero el significado que conlleva es enorme. Cada uno de esos días pertenece a 24 horas de tu vida que NUNCA más volverás a repetir. Es decir, no hay una segunda oportunidad, no hay forma de volver el tiempo. Lo que está a tu alrededor crecerá, envejecerá o simplemente se irá, todo de una manera tan veloz que, cuando lo notes, quizá ya hayas desperdiciado gran parte de tu tiempo en otras cosas que creíste que te daría mayor satisfacción.
Y resulta que momentos que parecían tan casuales en un inicio, se convierten en los mejores días en tu memoria. Diría que los recuerdos son lo único que se puede conservar al final, pero es más una afirmación a medias, puesto que la memoria también es susceptible al tiempo y los recuerdos se van perdiendo poco a poco.
Y ahora comprendo por qué una fotografía, un álbum, o un video puede ser tan importante para alguien mayor. Parte de la memoria vuelve a regresar a su lugar tras ver evidencia de ello. Algunos dirán que hacer eso es mirar hacia atrás, yo pienso que es más bien como leer un libro... el libro de tu vida.
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